«Eres un médico a la antigua».
Es una declaración que no esperarían que fuera hecha a un individuo de bata blanca que anda con una tablet en una bolsa, celular con múltiples funciones médicas, iPod en la solapa, audífonos «state of the art» por los pasillos del hospital; y menos por «La Cirujano», la primera.
Nada tiene que ver con los recursos sino con el abordaje. Al iniciar la práctica médica todo estudiante detesta la realización de Historias Clínicas, la repetitiva exploración e interrogatorio; termina, como muchos, inventando las historias o copiando un machote al cual prácticamente le cambia sólo el nombre. La culpa no es totalmente del estudiante. En ocasiones nos encontramos con profesores que dejan 20 o 30 historias clínicas para evaluación, o una pero sin retroalimentación; es un requisito para «pasar al paciente» a cirugía: «Invéntale una historia clínica rápido, ya está en el transfer pero sólo falta eso en el expediente», se escucha en servicios.
Pocas veces nos hemos detenido a pensar en ello, pocas veces nos han explicado la importancia real y no la que dicen los libros sobre la mentada historia; y es que en hacer un interrogatorio o exploración «state of the art» puede ser la diferencia entre un diagnóstico acertado y uno erróneo, incluyendo el tiempo de realización del mismo. Cada quién tiene su técnica, eso es más que claro; en el interrogatorio hay quien prefiere «tribuna libre», donde el paciente se explaya y te cuenta sobre las vacaciones que tuvo al lado de su gato, y el dirigido; que puede a llegar a ser el relleno de un simple y burdo cuestionario. Me agrada una combinación de las dos. En la exploración pasa algo similar, montones de técnicas y abordajes; algunos explorarán más de lo que pudieran deber, algunos sólo lo indispensable.
El punto es: si se tienen buenas bases en el abordaje de un paciente, son menores los riesgos de error hacia adelante.
Médicos que pueden hacer un diagnóstico sólo con «habitus externo» (con sólo ver al paciente), con dar un breve vistazo a un estudio de imagen o pruebas de laboratorio; sin duda el paciente es un ser integral, pero eso es un gran logro, y cuando el tiempo es vital esa es una característica que quieres observar.
Siempre he sido de la idea que las pruebas de laboratorio o imagen deberán ordenarse prácticamente para comprobar la impresión diagnóstica; me causa conflicto la expresión «Pídele todo» por parte del interno, residente, adscrito, base o jefe; o quien sea; lo peor es que ya sabemos qué es «todo» (que dista mucho de serlo), y a partir de ahí se aventuran a realizar algún diagnóstico o «sospecha», para la cuál piden más estudios o simplemente una interconsulta. Medicina burocratizada pudiera ser la expresión.
Medicina a la antigua. Probablemente las anécdotas que hicieron pensar a esa ilustre doctora que me orientaba hacia ese lado de la profesión hayan sido cuando se supo un diagnóstico de apendicitis con sólo mirar la curvatura de la columna y saber la orientación del negocio internacional de la cocaína al mirar un par de orejas, entre otros diagnósticos sospechados a través sólo de interrogatorio y exploración.
La medicina «a la antigua», hasta donde lo veo, no sólo incluye la aproximación a un problema diagnóstico, sino al concepto del «ser médico», de la profesión, el oficio, la persona, el grupo. En una profesión casi tan antigua como la prostitución han habido múltiples cambios y tendencias, transformaciones del médico y de la sociedad que lo rodea, de los problemas a los que se enfrenta, pero habitualmente se le identificaba como alguien que tenía conocimiento no sólo sobre el cuerpo humano, sino sobre otros muchos temas que aparentemente podían no tener algo que ver; se le consideraba como alguien que podía resolver problemas de otras índoles, se le tomaba en cuenta para problemas sociales, familiares, políticos y culturales, por mencionar algunos. Aunque en la actualidad puede seguírsele considerando en opinión para varios menesteres, ya es dudoso que el grueso de los médicos puedan desempeñar satisfactoriamente esta labor.
«El médico que sólo sabe de medicina, ni de medicina sabe», es una de las muchas frases célebres que circulan entre los oídos hospitalarios; es verdad. En ocasiones se está tan obsesionado con la carrera que hay quien se la pasa leyendo temas médicos de varias bibliografías, resumiendo, resolviendo, repasando y haciendo gran cantidad de actividades con el propósito de «ser mejores» en su ocupación. El paciente no es un problema médico; es una persona y como tal se integra como un individuo «bio-psico-social», algo que muchos médicos no comprenden o prefieren no verlo. Es por esto, por la «alta especialización» que se descuidan otros temas, incluso de lo que pudiera considerarse cultura general o popular; lo cual vuelve la atención deficiente.
Todo tiene una razón de ser. Desde preguntas como «¿Qué es una diva, un chacal y una perra?», «Nombre las tres pirámides de Egipto, la persona que realizó la primera apendicectomía, el nombre de los siete enanos», «Fórmula para resolver la hipotenusa», «Mencione las teorías del origen del VIH», «¿Cuál es la posición del clavo?», «Diferencia entre un travesti, transexual y transgénero», «¿Qué es un papión sagrado?». Aunque no lo parezca todo esto tiene relevancia en la práctica, en realidad permite un pensamiento más ágil y fluido sobre la problemática del paciente; y no sólo eso, forma parte de la cultura, imaginen a sus hijos o alumnos haciéndoles estas preguntas y ustedes incapaces de contestar; si se dirigieron a ustedes es porque esperan que lo puedan contestar.
Y así habrá muchos que no puedan contestar ni lo que se encuentra en su campo; el cirujano de columna que no sabe la curvatura cervical normal, el urgenciólogo que dice que mareo y vértigo es lo mismo; entre otros (muchos). También habrá el que se ponga a conversar amenamente sobre eventos paranormales, física, energía, cultura egipcia, el universo, filosofía, tecnología; hasta temas que incluyen su especialidad pero abordados desde puntos de vista realmente artísticos o filosóficos.
Ser un médico moderno implica pedir una tomografía occipito-calcánea para todo, dar antibacterianos para una gripe de origen viral, pedirle «todo» a un paciente antes de siquiera verlo y despilfarrar en recursos que no son aprovechados, entonces desdichada sea la medicina del futuro.
A mi parecer se debe conocer la más nueva tecnología y su utilidad, tenerla en consideración para lo necesario; pero también conocer que un examen general de orina, una biometría hemática y una química sanguínea nos pueden dar muchísimos datos para pedir sólo lo indispensable de una manera responsable; de tratar al paciente como persona y no como número o «problema».
La medicina ciertamente no es una ciencia exacta; sí, tiene ciencia, pero también tiene arte, esa parte artística tan olvidada. Como dice cierto cirujano: «La diferencia entre artesano, artista y cirujano: el artesano trabaja con las manos, el artista con las manos y el corazón; y el cirujano con las manos el corazón y el cerebro.» Sin duda otra de las frases citables hablando de cirujanos es «Para mí un cirujano es un internista que opera».
En fin, aunque el camino que llevo es corto pero muy amplio y enriquecedor, parece que depende de cada quien la clase de médico que se busque ser, y por consiguiente la imagen que se le dé a la profesión.