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Medicina a la antigua.

«Eres un médico a la antigua».

Es una declaración que no esperarían que fuera hecha a un individuo de bata blanca que anda con una tablet en una bolsa, celular con múltiples funciones médicas, iPod en la solapa, audífonos «state of the art» por los pasillos del hospital; y menos por «La Cirujano», la primera.

Nada tiene que ver con los recursos sino con el abordaje. Al iniciar la práctica médica todo estudiante detesta la realización de Historias Clínicas, la repetitiva exploración e interrogatorio; termina, como muchos, inventando las historias o copiando un machote al cual prácticamente le cambia sólo el nombre. La culpa no es totalmente del estudiante. En ocasiones nos encontramos con profesores que dejan 20 o 30 historias clínicas para evaluación, o una pero sin retroalimentación; es un requisito para «pasar al paciente» a cirugía: «Invéntale una historia clínica rápido, ya está en el transfer pero sólo falta eso en el expediente», se escucha en servicios.

Pocas veces nos hemos detenido a pensar en ello, pocas veces nos han explicado la importancia real y no la que dicen los libros sobre la mentada historia; y es que en hacer un interrogatorio o exploración «state of the art» puede ser la diferencia entre un diagnóstico acertado y uno erróneo, incluyendo el tiempo de realización del mismo. Cada quién tiene su técnica, eso es más que claro; en el interrogatorio hay quien prefiere «tribuna libre», donde el paciente se explaya y te cuenta sobre las vacaciones que tuvo al lado de su gato, y el dirigido; que puede a llegar a ser el relleno de un simple y burdo cuestionario. Me agrada una combinación de las dos. En la exploración pasa algo similar, montones de técnicas y abordajes; algunos explorarán más de lo que pudieran deber, algunos sólo lo indispensable.

El punto es: si se tienen buenas bases en el abordaje de un paciente, son menores los riesgos de error hacia adelante.

Médicos que pueden hacer un diagnóstico sólo con «habitus externo» (con sólo ver al paciente), con dar un breve vistazo a un estudio de imagen o pruebas de laboratorio; sin duda el paciente es un ser integral, pero eso es un gran logro, y cuando el tiempo es vital esa es una característica que quieres observar.

Siempre he sido de la idea que las pruebas de laboratorio o imagen deberán ordenarse prácticamente para comprobar la impresión diagnóstica; me causa conflicto la expresión «Pídele todo» por parte del interno, residente, adscrito, base o jefe; o quien sea; lo peor es que ya sabemos qué es «todo» (que dista mucho de serlo), y a partir de ahí se aventuran a realizar algún diagnóstico o «sospecha», para la cuál piden más estudios o simplemente una interconsulta. Medicina burocratizada pudiera ser la expresión.

Medicina a la antigua. Probablemente las anécdotas que hicieron pensar a esa ilustre doctora que me orientaba hacia ese lado de la profesión hayan sido cuando se supo un diagnóstico de apendicitis con sólo mirar la curvatura de la columna y saber la orientación del negocio internacional de la cocaína al mirar un par de orejas, entre otros diagnósticos sospechados a través sólo de interrogatorio y exploración.

La medicina «a la antigua», hasta donde lo veo, no sólo incluye la aproximación a un problema diagnóstico, sino al concepto del «ser médico», de la profesión, el oficio, la persona, el grupo. En una profesión casi tan antigua como la prostitución han habido múltiples cambios y tendencias, transformaciones del médico y de la sociedad que lo rodea, de los problemas a los que se enfrenta, pero habitualmente se le identificaba como alguien que tenía conocimiento no sólo sobre el cuerpo humano, sino sobre otros muchos temas que aparentemente podían no tener algo que ver; se le consideraba como alguien que podía resolver problemas de otras índoles, se le tomaba en cuenta para problemas sociales, familiares, políticos y culturales, por mencionar algunos. Aunque en la actualidad puede seguírsele considerando en opinión para varios menesteres, ya es dudoso que el grueso de los médicos puedan desempeñar satisfactoriamente esta labor.

«El médico que sólo sabe de medicina, ni de medicina sabe», es una de las muchas frases célebres que circulan entre los oídos hospitalarios; es verdad. En ocasiones se está tan obsesionado con la carrera que hay quien se la pasa leyendo temas médicos de varias bibliografías, resumiendo, resolviendo, repasando y haciendo gran cantidad de actividades con el propósito de «ser mejores» en su ocupación. El paciente no es un problema médico; es una persona y como tal se integra como un individuo «bio-psico-social», algo que muchos médicos no comprenden o prefieren no verlo. Es por esto, por la «alta especialización» que se descuidan otros temas, incluso de lo que pudiera considerarse cultura general o popular; lo cual vuelve la atención deficiente.

Todo tiene una razón de ser. Desde preguntas como «¿Qué es una diva, un chacal y una perra?», «Nombre las tres pirámides de Egipto, la persona que realizó la primera apendicectomía, el nombre de los siete enanos», «Fórmula para resolver la hipotenusa», «Mencione las teorías del origen del VIH», «¿Cuál es la posición del clavo?», «Diferencia entre un travesti, transexual y transgénero», «¿Qué es un papión sagrado?». Aunque no lo parezca todo esto tiene relevancia en la práctica, en realidad permite un pensamiento más ágil y fluido sobre la problemática del paciente; y no sólo eso, forma parte de la cultura, imaginen a sus hijos o alumnos haciéndoles estas preguntas y ustedes incapaces de contestar; si se dirigieron a ustedes es porque esperan que lo puedan contestar.

Y así habrá muchos que no puedan contestar ni lo que se encuentra en su campo; el cirujano de columna que no sabe la curvatura cervical normal, el urgenciólogo que dice que mareo y vértigo es lo mismo; entre otros (muchos). También habrá el que se ponga a conversar amenamente sobre eventos paranormales, física, energía, cultura egipcia, el universo, filosofía, tecnología; hasta temas que incluyen su especialidad pero abordados desde puntos de vista realmente artísticos o filosóficos.

Ser un médico moderno implica pedir una tomografía occipito-calcánea para todo, dar antibacterianos para una gripe de origen viral, pedirle «todo» a un paciente antes de siquiera verlo y despilfarrar en recursos que no son aprovechados, entonces desdichada sea la medicina del futuro.

A mi parecer se debe conocer la más nueva tecnología y su utilidad, tenerla en consideración para lo necesario; pero también conocer que un examen general de orina, una biometría hemática y una química sanguínea nos pueden dar muchísimos datos para pedir sólo lo indispensable de una manera responsable; de tratar al paciente como persona y no como número o «problema».

La medicina ciertamente no es una ciencia exacta; sí, tiene ciencia, pero también tiene arte, esa parte artística tan olvidada. Como dice cierto cirujano: «La diferencia entre artesano, artista y cirujano: el artesano trabaja con las manos, el artista con las manos y el corazón; y el cirujano con las manos el corazón y el cerebro.» Sin duda otra de las frases citables hablando de cirujanos es «Para mí un cirujano es un internista que opera».

En fin, aunque el camino que llevo es corto pero muy amplio y enriquecedor, parece que depende de cada quien la clase de médico que se busque ser, y por consiguiente la imagen que se le dé a la profesión.

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Muchas cosas han cambiado desde la última vez que escribí aquí, afortunadamente, hacia adelante, en su mayoría.

Siempre que doy teclazos aquí trato de hacer el propósito de hacer un hábito (otra vez) la escritura, alguna vez publiqué que escribo por gusto y necesidad, sin embargo, creo que últimamente sólo cumple el propósito de bitácora.

También he perdido habilidad con las letras y palabras, en ocasiones encuentro papeles errantes cuya blancura pereció ante las heridas de mi pluma, y en ellos veo alguien que hacía malabares con las palabras, que se divertía quitándole el sentido a las frases para que cada «potencial» lector le diera su propio significado, incluso yo. Hoy sólo hago malabares con las ideas, me he vuelto más hábil con ellas, sin embargo, ya no en su expresión; no me arrepiento, tal vez fue para bien.

En algún momento de la existencia me censuré en la expresión pero no concepción, cerré el tintero y dejé la retórica de lado, en lenguas no educadas puede ser más peligrosa, injusta y moralmente incorrecta de lo que pudiéramos pensar. Un arma blanca de consecuencias rojas.

Esto prácticamente lo escribo para mí, me ha dado una gran idea del camino recorrido cuando necesito hacer un reality check o reflexionar sobre el futuro a partir del pasado, sí, una bitácora grabada en piedra.

Este post conmemora un cambio, un evento o acontecimiento, que no es de hoy precisamente sino que lleva gestándose más tiempo y preparando las condiciones aún más.

Sigo durmiendo poco y sin hacer algo productivo de las noches o madrugadas, sí, hago mucho, pero no trascendental a los ojos de los demás y espero tampoco a los míos; me ha funcionado bien. No quiero pensar en haber limitado capacidades o frenado objetivos, simplemente he puesto atención en cosas que no había visto detenidamente antes; por una vez en la vida caminar antes de correr.

Me ha servido, teniendo buenas bases se puede llegar más alto. Aunque de vez en vez me gane la naturaleza misma y haga un sprint espontáneo, pero es distinto. «Tu carrera no es un sprint sino un maratón».

Gracias a tí me he dado cuenta de todo esto, que empecé a hacer por supervivencia, por necesidad pero con convicción

Cosas.

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14 de Febrero.

Transcrito fielmente. Redactado el 15 de febrero de 2007

Esta fecha ya se ha manipulado en muchos sentidos, al grado de convertirse en gran parte como puente comercial, ya que la mayoría se vuelve consumista además de los elevados precios.

Es extraño salir a la calle y encontrarse de un día para otro la ciudad llena de colores, dulces y feromonas. Inconscientemente nos llena el espíritu y vemos q la mayoría de la gente está de buenas y dadivosa, muchas veces nos levanta el ánimo la actitud de nuestros seres queridos.

Por otro lado hay personas a las que deprime este día, ya sea por una mala experiencia o la falta de alguien con quien celebrarlo, existen también las personas que se pasan quejándose de la mercadotecnia y consumismo, que piensan que se están equiparando los sentimientos con objetos, con cosas materiales y que se están degradando a algo que no vale la pena por que luchar.

Entre tantas opiniones, pienso que el amor es un deseo e impulso casi incontenible de estar con una persona especial, una persona que sentimos que nos complementa y que al estar con ésta percibimos una serie de sensaciones que difícilmente podemos describir con claridad; el amar a una persona es ser capaz de decirle que le importa, que desee que este bien y que sea feliz aunque él no lo sea.

La definición de esta «emoción» varía en muchos aspectos, ya sea entre clases bien definidas como el poeta, como Lope de Vega, que tal vez dirá algo como:

 

«Desmayarse, atreverse, estar furioso,

áspero, tierno, liberal, esquivo,

alentado, mortal, difunto, vivo,

leal, traidor, cobarde y animoso;

no hallar fuera del bien, centro y reposo, 

mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,

enojado, valiente, fugitivo,

satisfecho, ofendido, receloso;

Huir el rostro al claro desgaño, 

beber veneno por licor suave,

olvidar el provecho, amar el daño, 

Creer que un cielo en un infierno cabe,

dar la vida y el alma a un desengaño, 

esto es amor; quien lo probo, lo sabe.»

O tal vez el científico que lo definirá como un impulso nervioso caracterizado por ser un estado de motivación orientado a buscar y conseguir recompensas.

Éstos tal vez sean los grupos más representativos, pero existe uno, tal vez más importante, el de las personas como tales; muchos han sentido amor, pero nunca de la misma forma que otro, además que ha sido en distintos tipos como: Amor Divino, Amor Eterno, Amor Prohibido, Amor Verdadero, Amor a Primera Vista, y muchas variantes más; y al ser una emoción, algo abstracto, todas las definiciones son verdaderas y falsas porque alguien más no estará de acuerdo pues para éste es distinto.

Lo único que podemos hacer por el momento es disfrutarlo sin buscar más, sin complicarnos y tomarlo como es, no examinarlo, sino sentirlo y vivirlo con todo nuestro ser; buscar y aprovechar esos pequeños instantes para poder sentirnos realmente vivos; porque la vida no son los momentos que respiramos, sino en los que nos quitan el aliento.

Como el hacer un escrito sobre todo lo que es el amor sería tan extenso como éste y no tendría la aprobación de muchos por lo anterior, concluyo aquí; dejando al aire la opinión y el sentir de cada quien.

Hace ya buen tiempo que escribí esto y ahora lo puedo criticar de otra manera, recordar lo que estaba pensando y mi situación en «aquel entonces». 

Primero que nada me ha causado horror ver que en lugar de «que» escribí sólo «q», pero como puse más arriba «fielmente transcrito» no pude ser infiel; también noto una falta tremenda de signos de puntuación, pero eso lo recuerdo como precaución para la maestra que me calificaba, prefería que no pusieras comas o puntos donde no iban a que tomaras un puñado de éstos y los arrojaras a tu texto.

La redacción que leo en el texto me parece incómoda, ahora veo que me he vuelto «pseudo-purista» del lenguaje, aunque poco a poco voy siendo algo tolerante y pragmático; sobre todo en el «mundo médico».

Resulta simpática mi actitud al escribir este «ensayo» hace 5 años; mi palabra era ley y pretendía mover emociones y pensamientos con ella. Hoy sé que con esto no muevo ni un pelo en quien me pudiera interesar, pero en su momento, lo hice. Al principio, en los primeros párrafos, donde hablo de la fecha y el amor, pienso «estás chavo», después recordé que mi excelsa maestra estaba en contra de esas fechas, un poco amargada la mujer, así que traté de hacer que se identificara un poco; tonto nunca he sido, mis calificaciones con ella lo comprobaron.

Más adelante, «¡Oh! La poesía» hace ya un buen rato que no le dedico tiempo, no a la ya escrita; poesía hago todos los días, instintivamente. Sí, ahora recuerdo por qué elegí ese poema y me trajo un mar de recuerdos, que con las olas se fueron.

Me causa gracia la parte de «un impulso nervioso», tenía la idea, pero con lo que sé ahora me parece algo hilarante; y más hilarante aún la parte de «Amor Divino, Amor Eterno…», me recordó una canción de Café Tacuba, una novela (o varias); y lo peor del caso es que yo con mi actitud muy seria y decidida al escribir esa parte, nunca sabría lo gracioso que se leerían esos renglones en el futuro.

No estoy muy en desacuerdo con partes de lo último, podría decir que algunas son equivocadas, otras ciertas e incluso en renglones, idealista; pero no había vivido lo que he vivido hasta ahora, es entendible.

Los cimientos del análisis están dados.

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«La era de la información»

Left to right, Eric E. Schmidt, Sergey Brin an...

«La era de la información». Ufanamente hemos bautizado así «nuestra era», probablemente por que no tenemos un evento trascendental mayor para definirla, como dice Tyler Durden

«… Somos los hijos malditos de la historia, desarraigados y sin objetivos. No hemos sufrido una gran guerra, ni una depresión. Nuestra guerra es la guerra espiritual, nuestra gran depresión es nuestra vida…».

Y si deseamos sustentar tan ambicioso nombre para la época no hay mejor emblema que Internet. Nos jactamos de la excesiva cantidad de información que está ahí, accesible a todos, al instante, lista para ser usada… Sin embargo eso es lo que hace falta.

Empecé a hacer uso de esta maravilla al rededor de 1997, cuando Internet era joven, y en esta ciudad era algo tan nuevo que prácticamente pasaba desapercibido por no encontrar una utilidad inmediata o relevante por muchos. Desde entonces estuve maravillado con la cantidad de información disponible, aunque frecuentemente no encontraba resultados satisfactorios a todas mis búsquedas e incluso me podía jactar de haber realizado una búsqueda que Internet no pudo responder; entonces me daba cierto orgullo subir esa información, y sentía que era parte de este nuevo medio, que ayudaba a enriquecerlo. Por alguna razón siempre fue ética esa labor, con bibliografías y todo.

En ese entonces no existía Google como tal, apenas había sido registrado el dominio y no entraría en funcionamiento hasta el año próximo, obviamente no con el poder que tiene ahora, a mi parecer era deficiente. Las búsquedas de información se hacían de una manera más artesanal, utilizando diversos buscadores que ahora ni se recuerdan, dirigiéndose a los sitios en específico y a vínculos que proporcionaban los mismos, convirtiendo la navegación en una especie de cadena o camino; incluso me aventuraba a inventar URLs que me llevaban a sitios que sólo saltaban más dudas.

Todo esto también llevaba mucho tiempo, contaba con la asombrosa velocidad de conexión que fluctuaba entre 48k-56k por medio de un módem telefónico que tardaba entre dos y tres minutos para el marcado y conexión, fue parte de la pesadilla para mis padres dado que la línea telefónica estaba inutilizada mientras estuviera «en línea». El tiempo era de tal magnitud que para cargar sitios de sólo texto podía dar click en el vínculo, bajar dos plantas, prepararme un snack y regresar para ver cómo terminaba de cargar.

Ahora podemos basarnos en críticas para saber si instalamos un programa o no; las cosas eran más personales, por ejemplo, Internet Explorer nunca me ha gustado así que lo cambié por Netscape, navegador del cuál probablemente muchos no hayan escuchado hablar; y la más representativa de las pruebas: Linux.

Comencé con la versión Red Hat, para la cuál tuve que comprar dos cajas de disquetes de 3 1/2 y tardar al rededor de ocho horas para bajarlo, interminables para instalarlo y entenderlo. Probé otras versiones jóvenes como OpenSUSE, Mandrake… Hoy en día Fedora, Debian y Ubuntu son la gloria comparadas con las que inicié.

La razón por la cuál pasé tanto tiempo en eso fue porque en una ocasión vi una comparación de Linux con Windows y iOS; Windows lo entendía, iOS también, pero no Linux. Pasé buen tiempo informándome sobre el sistema operativo, pero lo que encontré no llenó mis expectativas, no había mejor solución que verlo por mi mismo, y así fue.

Mi punto: Somos una sociedad que tiene mucha información, lo que no tiene en la misma cantidad es razón, necesitamos hacer algo con toda esa información, crecer a través de los resultados que podamos obtener de ella; de nada nos sirve que esté ahí si no se ocupa. Verbi Gratia, tengo más de 10 Gb de libros médicos, tengo la información, la puedo leer, memorizar, pero si no la razono ni la aplico, de nada sirve; no importa la cantidad sino lo que se haga con ella. Basado en un comercial hago el siguiente ejemplo sobre diabetes; en un folleto o panfleto podría incluirse lo que un paciente debe saber sobre los cuidados, tratamiento, precauciones y posibles complicaciones sobre la enfermedad, y no dudo que exista tal, sin embargo, si lo ocupa como porta-vasos para su Pepsi de 2 litros que consiguió al ordenar el paquete familiar de receta secreta en KFC (con ensalada y complementos) y ocupa las hojas de dicha información como servilletas… He ahí la inutilidad de la información por sí sola.

Es necesario que haya impacto, motivación, emoción, conmoción e incluso necesidad para ejecutar el proceso de razonamiento, de interés y asimilación de información.

Retomando el ejemplo de la diabetes y relacionándolo con un especial sobre Willie Colón, hagamos la comparación de la diabetes con el SIDA.

En ese comercial hablaban sobre una persona con glicemia elevada, quien despreocupadamente decía «pues sí, pero no me duele», el SIDA tampoco duele, de ahí que se haya vuelto epidemia y las personas sean portadoras sin saberlo; sin embargo hay una gran diferencia, la sociedad.

A un diabético la sociedad no lo nota «enfermo» (al igual que un paciente con VIH), le dan a bienvenida en cualquier centro de comida rápida, es contratado sin problemas porque la enfermedad no es contagiosa y para enorme desgracia, por lo menos en México, se toma ya como algo normal, prácticamente se encuentran dos diabéticos y en vez de juramento de sangre hacen juramento de insulina (quien lleva tratamiento, quien no lo lleva seguramente podría hacerlo con un par de rebanadas de pizza).

El VIH tiene otro punto de vista muy distinto, los pacientes son vistos como si llevaran veinte kilos de explosivos plásticos y estuvieran fumando, muchas personas creen incluso que el virus es transmitido por aire, por saliva, por contacto y seguramente hay quien cree que hasta por teléfono; lo que me lleva a recordar ciertos  tweets de cierta bloggera de fama internacional, en los cuales menciona a un homosexual que sube al metro para pedir apoyo monetario que sería destinado a una asociación para la ayuda a pacientes con VIH/SIDA, la cuestión es que una mujer fue extremadamente despectiva con este personaje, pero sobre todo ignorante y déspota; en respuesta el paciente escupe en los zapatos a la señora y ella gritando angustiada decía que había sido contagiada y que prácticamente veía su muerte inminente. Acto seguido, la bloggera, también indignada por lo déspota que fue la señora, le dice que la enfermedad no es contagiada por saliva, a lo cual esta «señora» responde groseramente y con una mentalidad muy cerrada.

¿Para qué queremos ser la «Era de la información» si no hacemos nada con ella? En lo personal me incomoda no saber algo que me causa curiosidad o me es de utilidad y no solamente la información puntual, sino sus relaciones con temas similares, soy un junkie de la información; pero me molesta más no entender las cosas, he memorizado cosas que «me han sacado del apuro» (sic) pero me enoja el hecho de no decirlas razonadamente, y me vuelvo obsesivo-compulsivo con el tema hasta que lo he entendido.

No digo que sea un modelo a seguir, de hecho me considero muy lejos de serlo, pero creo que por el bien de nuestra sociedad, y me atrevería a decir, de nuestra especie; debemos ser conscientes del poder y facilidad que tenemos actualmente para obtener un gran avance o por lo menos para salvarnos o salvar el planeta, que por donde lo veamos, ya sean guerras, desastres ecológicos, accidentes, revueltas, malos gobiernos, rebeliones, o simplemente sintonice las noticias… Puede ser cambiado mediante el razonamiento de la información.

El tema es infinitamente largo y abierto a debates maratónicos.

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(Te) Hago torundas.

Hago torundas. Sí, esas bolitas, «almohaditas», «malvaviscos» embebidos en alcohol; que al parecer no eran tan fáciles como se pensara, no solo es hacer bola el algodón.

Soy médico, o al menos pretendo serlo, lo cual dice a la universalidad que no debo preocuparme por esas cosas, «para eso están las enfermeras»; cierto, no entra dentro de mis obligaciones, y aparentemente ni en las de las enfermeras considerando que lo único que hay en los botes son pliegos de algodón apenas salpicados de alcohol.

Empecé por un impulso como empiezo muchas de las cosas que hago últimamente, al principio creí que era por saber, después por ocio, hasta en «terapia» creí, sin embargo es porque me recuerda a tí. Tu recuerdo tan lejano en el tiempo, tan cercano en la distancia, tan valioso y desplazado, en forma de una maldita torunda.

En fin, supongo que este destello de letras surgió de la lectura de un frustrado dentista que debió dedicarse a escribir, profesionalmente digo, escribe. Como dicen «monkey see, monkey do».

Se aprende a vivir con todo tipo de pensamientos y recuerdos, que en cierta parte son lo mismo; al principio te acosan, taladran sobre tu corteza para instalarse, para permanecer y formar parte de tu día a día. Tú luchas, los motiva; y es así como se vuelve una batalla el día a día, cualquier cosa los evoca, el problema es que te cansas e irónicamente tus pensamientos, que se encuentran dentro de ti, poseen esa energía que tú necesitas.

Sin embargo, al paso del tiempo te das cuenta que el problema está en ti y por ilógico que parezca, la solución también; hay que cambiar las reglas del juego. Los aceptas pero los ignoras, les abres la puerta y te das la media vuelta, lo lógico para vencer un pensamiento era hacer lo ilógico.

Así vive contigo día a día, ya no interfiere contigo porque cae en la paradoja de la aceptación, vuelves a pensar.

Hoy recuerdo pero ya no hago elucubraciones con ello, es lo que fue y punto. Un presente que aunque puedo no averiguo, un futuro que aunque quisiera no construyo… Nadie tiene la vida comprada ni algo absolutamente seguro, la muerte tal vez, pero para algo tan abstracto esa no es opción.

Dudo que se le pueda llamar madurez, hemos pasado por eso y no funcionó, a fin de cuentas eso depende de como juzgue la sociedad; se trata de supervivencia, sobrevivir a uno mismo, a esa dualidad y dificultad que resulta el pensar, la razón y creatividad, la memoria e imaginación.

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La inspiración lo es todo.

Es la primera vez que tengo el título de un post (o algo) antes de escribirlo, pero es tan cierto que no me he resistido a escribirlo inmediatamente, y no sólo es cierto por sí mismo sino también es probablemente una de las razones principales por las cuales he dejado muchos proyectos o ideas de lado.

Ahora, no es que la inspiración la tome en este momento como el impulso para tener una idea o pensamiento, más bien como la fuerza o razón para mantener constante el impulso y continuar, llevar a cabo el producto de la concepción de las ideas; ejemplo sencillo, este blog. Hay un mar de posts enterrados en la carpeta de «Borradores» no porque se hayan quedado sin la idea o un rumbo fijo, no por mala calidad (a mis estándares) sino porque no los terminé de escribir en una sola intención; se hallan en una pausa indefinida, y lo que es lamentable, tal vez eterna.

Estuve recordando ciertas «ideas locas» que he tenido, algunas las he compartido con personas cercanas en diversos momentos de  mi vida y podrán dar fe de ello. Entre ellas se encuentra una que incluso llegó a bocetos, «una pared de fotos»; siempre he sido muy visual y en numerosas ocasiones me encontré buscando en carpetas de la computadora fotos, imágenes en general, viendo iconos de baja definición amontonados y sin un orden que me fuera útil. Un día mientras realizaba un proyecto puse en una extensión amplia del piso muchas imágenes, extendidas y todas a la vista, situándome en el centro podía tener «una visión del todo», y no fue hasta que en sueños se me presentó la idea, me pareció tan factible y útil que la dibujé, pero a pesar de tener un conocimiento que podría dar el «kick start» al proyecto, no encontré esa motivación necesaria para continuar y quedó como un proyecto olvidado en el fondo de un archivo. Años más tarde vi mi idea parcialmente realizada como Cooliris, quienes también diseñaron la galería del sistema Android, el cual me encanta.

Numerosas ideas han sido del orden informático, y es de suponerse; comencé a manejar una computadora a los cinco años y dominaba MS-DOS a los seis, esto hecho dos horas a la semana en las computadoras de mi escuela. Casi inmediatamente comencé a manejar Windows NT y a los siete años ya daba clases a mis compañeros y muestras ante los padres, pronto me trasladé a Windows 95 y a partir de ahí he tenido las nuevas versiones antes de su lanzamiento oficial. Pero lo que marcó un punto importante fue mi entrada al internet, un internet arcaico en el cual no había buscadores, tal vez parezca algo tonto, pero imaginen hacer una investigación de calidad sin Google o algún sitio similar.

En el ámbito abstracto de la informática me desenvolvía fácilmente, conocí Linux cerca del año dos mil, cuando iba a comprar cajas de diskettes 3.5 para descargar las distribuciones y meterles mano; el descubrimiento de este sistema fue más que una curiosidad y llevó a cambiar mi perspectiva de la vida en varios sentidos, al conocer que hay algo más que «la versión oficial», lo underground, capitalismo, trabas legales y la libertad creativa.

Aunque en el sentido físico del tema, es decir hardware era más reservado, siempre tenía la inquietud sobre el funcionamiento de las cosas, algo que hoy podría comparar con mi fascinación por el cuerpo humano en un punto de vista como el de DaVinci, tal vez. Con apenas nueve años aproximadamente desarmé completamente el CPU de mi Compaq Presario, una máquina tecnológicamente equiparable con una MacBook Pro en esa época; la desarmé por una falla que no encontré como solucionar en el sistema, imaginen la impresión de mi padre al ver el reguero de piezas de algo con tal costo. La rearmé y funcionó, sin falla alguna.

La mayoría de las veces, en casos similares, hago cosas sin tener un firme conocimiento previo y completamente seguro de no saber lo que estoy haciendo; me baso en el razonamiento y la improvisación.

Tal vez sea por lo anterior que no he consolidado algunos pensamientos; «no tengo un proceso mental ordenado, un conocimiento sistematizado», me dijo un Doctor recientemente, pero así es como concibo muchas ideas y soluciones, supongo que es parte de lo que nos da personalidad a cada uno.

Entre otras ideas locas que puedo recordar están una guitarra ósea, sistema de afinación automático (para guitarra ya lo ha llevado a la realidad Gibson), sistemas de enfriamiento informático a base de agua y nitrógeno, entre otras ideas que aún podría realizar y tal vez no sea tiempo de compartir.

Creo que lo mejor es buscar una fuente de motivación o algún equipo con el cual realizar estos proyectos, lástima que me haya acostumbrado a la vida de «ermitaño» como dice otro Doctor; todo a su debido tiempo supongo.

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Orgasmo intelectual, el origen del universo I.

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Image via Wikipedia

Estoy teninendo un orgasmo mental, o para que suene más nice, un orgasmo intelectual.

Las vacaciones me han llevado a muchas cosas (y eso que van como 4 días) y hoy me dió por pensar «físicamente», en cuanto a la física, no al físico, en eso puedo pensar diario.

Y para variar se me ocurrió buscar algo muy complicado, el origen del universo.

Sé que debería seguir haciendo de rockstar, durmiendo, comiendo, leyendo o cualquier amenité propia de las ansiadas vacaciones, but this is me.

En la escuela nos han enseñado que el universo fue creado por el Big Bang, pero la verdad es que nuestras maestras de tercero de primaria, de la secundaria o preparatoria, tal vez incluso licenciatura, no tienen idea alguna sobre lo que esto significa.

La «sinopsis» que nos dan acerca de esta teoría nos dice que una masa de enorme tamaño explotó, dio origen a estrellas y planetas, se expande y a partir de ahí sólo es cuestión de acomodo; una sinopsis que no invita mucho a la sinapsis.

En realidad, esa corta explicación que podemos hallar en libros de texto se basa en la teoría de las partículas, que a su vez, se basa en la creación de átomos y su comportamiento para explicar lo subsecuente al universo. Este abordaje de la teoría es old fashioned pues ha ido siendo descartado por un evento algo peculiar, la posición de los electrones.

En nuestras clases de física se nos instruyó acerca de las partículas subatómicas, teniendo como básico al protón, neutrón y electrón, siendo éste el más pequeño de los tres pero también uno de los más inquietantes. Se nos dijo que estas partículas giran alrededor de un núcleo formado por protones y neutrones, teniendo órbitas o niveles de energía bien definidos en los que se acomodan o «saltan» dependiendo de varios factores como la interacción con otros elementos; incluso pasamos muchas clases y exámenes haciendo balanceo de ecuaciones y acomodando electrones de diversos elementos en niveles de energía «s», «p», etc. Ayudados de nuestra tabla de «diagonales»… ¿Qué creen? Fuimos timados.

Seguro que es educativo eso de ubicar electrones, pero cuando se intentó hacer a gran escala de forma no sólo teórica, se demostró algo inquietante: los electrones no tienen un lugar establecido, de hecho, parecen ser partículas que pueden estar en más de un lugar a la vez. A enormes rasgos, ésto dio origen a la teoría de las cuerdas, sí, esa de la cual habla Sheldon Cooper en The Big Bang Theory.

La teoría de las cuerdas se basa (también a enormes rasgos) en un universo compuesto de diminutas cuerdas semejantes a las de un violín o una guitarra en lugar de partículas; una teoría que por su musicalidad empezó a llamar mi atención.

Estas cuerdas dan origen a distintas situaciones dependiendo de su vibración, sí, exactamente como las distintas notas que da una cuerda.

La teoría de las cuerdas era simple, bella, estética y pretendía ser única para explicar el universo, incluyendo su origen. Lo que pocos saben es que al ponerse de «moda» vino a desplazar otra teoría que había sido bastante estudiada, la teoría de la supergravedad.

Los científicos creyentes de la teoría de las cuerdas se propusieron explicar el universo de adelante hacia atrás, es decir, del presente hasta exactamente treinta y dos segundos antes del Big Bang.

Al principio todo era miel sobre hojuelas pero comenzaron a toparse con muchos obstáculos, incluida la frustración provocada por la interpretación de la teoría por más científicos, que dio como resultado cinco teorías «de cuerdas», la teoría de cuerdas había dejado de ser única y original, lo cual a mi parecer también le quita lo bello y estético.

Regresando a aquella teoría menospreciada y descartada, denominada «Teoría de la supergravedad», vemos que, comparándola con la ahora no-única, no-estética, no-original, no-bella Teoría de las cuerdas, la única diferencia esencial es una dimensión.

Poca cosa diríamos ¿Qué puede ser una dimensión? Tal vez, pero en el mundo de la física una dimensión es bastante.

Regresemos a las enseñanzas escolares.

Cuando éramos muy jóvenes se nos enseñaron dos dimensiones, el plano cartesiano, «X» y «Y», avanzamos en nuestros estudios y creímos descubrir el universo cuando nos enseñaron el eje «Z» y creímos que nuestra existencia tenía sentido cuando descubrimos que Einstein sugirió una cuarta dimensión, el tiempo.

Ahora, hablamos de cuatro dimensiones en el párrafo anterior, muchos pupilos seguro se perdieron en las primeras dos, y he de confesar que a la fecha estoy perdido de la sexta a la décima. La teoría de las cuerdas afirmaba que el universo se encontraba en diez dimensiones, la teoría de la supergravedad, en once.

Ésta era la diferencia abismal entre ambas teorías, que al igual que las diferencias entre personas, terminó salvándolas.

Dejemos esto como un preámbulo, un entremés para abrir el apetito. Al ser una idea fuera de lo común, disfrutémosla por partes y saboreemos las ideas que surgen de nuestra mente. Pronto la segunda parte.

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Jodido y cómo dejar de estarlo.

El mundo está jodido, sí, bastante; es verdad. No voy a insertar aquí el comercial de Coca-Cola que es motivación pura, o un video de Greenpeace, el mundo está jodido y punto.

Ni empieces a lanzar pestes contra la economía mundial, los gringos, guerras, avaricia, drogas o rock n’ roll; la culpa es tuya. Ah ¿No me crees?

Qué has hecho hoy por cambiar algo de eso, y no digo cambiar al mundo, un cambio en tí. Todos tenemos defectos, claro, y no nos podemos dar el lujo de ser pasivos y hacer nada; nadie NADIE es perfecto, menos tú, menos yo.

Una cosa es reconocer cómo están las cosas, qué problemas hay, cuáles son los errores cotidianos; otra muy distinta es hacer algo. Quizá una de las respuestas más conformistas sea no saber qué o cómo hacerlo. Bien dicen que el que no se equivoca es porque nunca hace algo, es mejor un error con la intención de hacer algo que no equivocarse por hacer nada.

Y seguro sientes cómo llega a tu mente la pregunta: ¿Y qué carajos hago?

Si quieres que la vida sea mejor no intentes solucionar la delincuencia, la corrupción, cambiar la política del país, mandar lejos al viene viene; cambia TU vida… ¡Ey! Momento, no empieces a querer correr un maratón o estudiar una carrera con futuro, baby steps, cambia el día de hoy.

Verbi gratia:

Hoy leía sobre muchos fracasos cinematográficos y las millonarias pérdidas que dejaban, miles de millones de dólares; y por ahí, algún mexican@ decía: «Son n-millones perdidos en películas y África se muere de hambre».

Sí, vamos a salvar a África del hambre, esos niños tristes, morenitos, chinitos y edematizados que salen en la tele, en Direct Relief o cosas similares; Angelina Jolie lo hace, debe estar bien ¿no?

No tengo nada contra ellos, estoy consciente de su situación.

O mejor ya sé, a Japón. Pobrecillos, con el tsunami, su planta nuclear destruida, apagones, se les fue abajo la agricultura y pesca.

Sí, sarcástico, pero nuevamente no tengo algo contra ellos.

En México muchos niños mueren de hambre, del mismo modo que los africanos; en Tabasco, Chiapas y Yucatán hay inundaciones a cada rato, bueno, hasta en el D.F. Tenemos problemas energéticos, si bien los padres de familia no sufren por ir a cazar o hacer sopa de piedras, sí tienen dos o más empleos cada uno, que llegan a ser muy parecidos a la esclavitud, aún así no pueden mantener a su familia en lo más básico.

No estoy diciendo de forma alguna que mañana salgas a darle comida y dinero a los vagabundos o «lisiados», a ancianos o niños descalzos.

La realidad más dura, y es verdad que muchos de los supuestos vagabundos no lo son, es el mero disfraz. Un profesor de literatura me contó que tenía amigos «vagabundos» y que en una ocasión él mismo salió a ejercer el papel, ganando dinero en cantidades de más de tres o cuatro cifras; de ninguna manera mi profesor era el hippie estereotípico, fue gerente de una importante compañía y el dinero, como la curiosidad, le sobraban.

No pienses en dejar de darle tu dinero al vago para dárselo al niño o anciano. Es sabido que los niños son «alquilados» para estos fines, teniendo un pimp que los maneja y se hace de sus ganancias; los ancianos son explotados por particulares, asilos o incluso sus mismos familiares.

Ahora te quedas con ese dinero de beneficencia en mente, no lo darás en la calle pues te has percatado que la gente abusa de los sentimientos de sus congéneres, ¿Qué harás con él? ¿A quién ayudarás?

Bien puede ser a tu familia, que tal vez no lo necesite porque muera de hambre. Pasamos de África  a Japón, a México, a tu colonia; veamos lo obvio, tú.

Busca ser feliz, aunque sea por hoy, mañana será otro día. Cambiando tú iniciarán a cambiar muchas cosas, imagina que el promedio de ciento cincuenta lectores diarios de esta cosa lo hicieran; serían ciento cincuenta personas felices, y éstas pudieran decirlo o hacer felices a una sola persona, el cambio así se inicia.

Otra vez, tenemos la costumbre de exagerar. No te compres un viaje a Las Vegas, empieza de a poco, no se trata de acabar con el capital o sobregirar tarjetas. La felicidad se encuentra en pequeñas cosas como me dijeron hace unas horas «Soy feliz porque amé el pintado perfecto de mis uñas», busca un momento de felicidad en cosas pequeñas y tal vez cotidianas.

¿Quieres hacer historia? Actúa, al final del día pregúntate si fuiste feliz; no recuerdes los momentos que fueron tristes o indeseables, la pregunta es ¿Cómo fui feliz hoy? Respóndela y aprende a no contestar más de lo que te pide esa pregunta.

¿Cómo fuiste feliz hoy? Punto.

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El americano no es de hombres.

Buenas noches damas, caballeros y seres intermedios:

Hoy les escribiré de manera breve acerca de un tema muy extenso: el café.

Una bebida que hoy en día puede considerarse cosmopolita, persiguiendo los grandes objetivos de la vida moderna: energía vigorizante, establecer relaciones, reconocimiento social, felicidad, e incluso aceptación o sentimiento de pertenencia. ¿No me creen? ¿Muy exagerado? No.

Energía vigorizante:

Sobre todo la comunidad occidental lo tomamos por la mañana, al despertarnos, ese aroma exquisito que reanima e invita a empezar nuevos retos. Alguien alguna vez me dijo que los médicos no existiríamos si no fuera por el café, aunque, también desde el punto de vista médico, para algunos es más placebo, imposible que un café del  Oxxo te levante como un genuino espresso.

Según The Oatmeal (y otras fuentes) los efectos del café se descubrieron en las cabras. Cuando estos cuadrúpedos ingerían las bayas del café se ponían horny y saltaban, vamos, se ponían hiperactivas. Tentador efecto a conseguir sobre humanos.

Establecer relaciones:

¿Cuántas veces hemos dicho: vamos por un café y hablamos? Las cafeterías son un excelente negocio principalmente por esta razón. Innumerables momentos he pasado en todo tipo de cafeterías y grandes pláticas han surgido de una taza de café. Perhaps temas de este tipo surgen por el estereotipo medianamente «intelectual» que se le ha dado al sostener una taza, verbi gratia profesores, escritores, pensadores y hasta médicos; idea previamente atribuida al té, pero ese es tema de otra plática.

Reconocimiento social:

Let’s face it, no es lo mismo que andes con un termo genérico con café que preparaste en casa, a que vayas por uno al Oxxo o al 7-Eleven (que no son considerados iguales), o uno de Starbucks. Aún cuando la calidad del café no tenga nada que ver con la presentación o dónde se compre, muchas veces importa más el costo y marca.  De la misma forma el invitar a alguien a cierta cafetería, no será lo mismo y probablemente no las mismas intenciones ir a un Coffe Factory, Café Punta del cielo, Illy, Starbucks, o alguna desconocida y escondida. Tal vez le doy muchas vueltas.

Felicidad:

Este es terreno inestable, no todos piensan igual. Para empezar habría que definir la felicidad, la infinidad y complejidad que alcanzarla conlleva, pero quedémonos sobrios por el día de hoy.

En lo personal, para empezar momentos con gente conocida son grandes compartiendo una taza, siempre se puede conocer a alguien nuevo e interesante, gozar de un momento para nosotros mismos, leer un buen libro, o saborear un exquisito café y descomponerlo en sus notas más simples y básicas de modo que parezca una explosión en nuestro paladar y sentir la tormenta que cada sabor enlaza con una idea. Personal, como dije.

Aceptación y sentido de pertenencia:

Siempre existirá alguien a quien no le guste el café o quien no pueda degustarlo. Sin embargo, constantemente estará hablando maravillas de él. Y se puede aplicar desde el que va al coffee-break para enterarse de chismes o tener estilo, para cerrar un trato o hablar de negocios, puede también pedirle a un(a) colega que le traiga una taza (vaso) de la máquina sólo con el pretexto de cruzar palabra.

Absurdo, lo sé, pero cierto. He realizado el experimento de poner un café exquisito y otro pésimo, mal preparado en la taza de la misma persona y ésta dirá que ambos son buenísimos; bien pude llenar la taza con jugo de kiwi y podrían decir lo mismo. Aplica también poner café del Oxxo en vaso de Starbucks y vice versa.

Una vez aclarado esto (lo bueno es que iba a ser breve), volvamos al tema. El Americano.

El origen del café americano es, precisamente, el hombre americano; específicamente los militares gringos en la segunda guerra mundial. (Favor de borrar la imagen de soldado macho musculoso y muy hombre de la mente, gracias), en realidad era todo lo contrario, en Italia se acostumbran muchos tipos de preparación para el café, uno de los más populares es el espresso, una gran manera de disfrutar esta semilla (sí, el café como se conoce son semillas molidas); pero para los GI de U.S.A. esto era muy fuerte, así que junto con su espresso pedían agua caliente para agregarla y no supiera tan fuerte, sissy girls.

Así que la próxima vez que pidan un Americano, primero piensen: shame on me.

¡Pero momento! No confundir con el drip coffee, (ese sí es de hombres, ejem) éste método de preparación involucra pasar agua caliente a través de granos molidos depositados en un filtro, absorbiéndose los aceites responsables del sabor y aroma de la bebida; en pocas palabras, lo que hacen muchas cafeteras comerciales. A diferencia del mal-llamado «Americano», es preparado como tal y adquiere un sabor distinto; el Americano originalmente fue un espresso, hoy es un espresso adultarato.

Aprovecho para hacerles una recomendación sobre el espresso, la vida del café preparado de este modo es de diez segundos antes que empiece el proceso de oxidación en los aceites que lo hacen lo que es; para disfrutarlo en todo su esplendor debe ser tomado rápidamente, esa es una de las razones por las cuales la presentación es tan pequeña (sí, esas tacitas chiquitas) y también son llamados shots, si tienen oportunidad, observen a un italiano tomar uno y verán de que hablo, un solo sorbo. Otra buena opción es añadir leche, que también ralentiza el proceso de oxidación, entonces será un espresso cortado.

«El café ideal es negro como el diablo, caliente como el infierno, puro como un ángel y suave como el amor» – Proverbio turco.

Enjoy your coffee. 🙂

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Felipe.

¿Quieren que les cuente una historia? Pues se las voy a contar, si no les interesa no me importa, denle cerrar al navegador.

En el post anterior les comentaba sobre el misterio de Viterbo, pues bien, sí es algo extraño; el misterio y supongo que también un poco Felipe.

Descubrí «por definir» a partir del blog de Plaqueta, en aquella bella época dorada de los blogs, donde había posts nuevos cada ocho días como mínimo, te enterabas de la vida de los demás de una forma interesante aunque fueran hechos sin importancia, dabas y recibías feedback en los comentarios… Qué tiempos aquellos.

Al principio no tenía ni idea de quién era aquel autor excéntrico de tan sobrio blog (sobrio en diseño, no en contenido), para mí era un anónimo.

Me convertí en un asiduo lector, nunca me suscribí, me agrada hacer las cosas a la antigüita y visitar la página. Al paso de los posts me inquietó leer cosas que pude haber escrito y seguramente había pensado, en cierta forma sentía que era rebotar ideas pero con una redacción que se podía saborear, con esa intriga de novela y el detalle característico del realismo mágico. Entonces ví: «(Yo) Pero por qué».

Aunque no me dijo algo acerca del autor como individuo, me dijo bastante sobre el escritor, sobre ese anónimo. Hoy sé que fue el editor de Chilango, revista que siempre me había gustado, que es padre, divorciado, etcétera. Había dejado de ser un anónimo.

Por alguna razón los tiempos en nuestras existencias tenían una cronología similar, pero no coincidían. Bien podían narrar experiencias pasadas o tener cierto aire premonitorio. Extraño, told you.

Montse cree mucho en estas cosas cósmicas de la existencia, yo soy más escéptico. Sigo leyendo «por definir», no le encuentro el mismo feeling a Chilango, no conozco a Felipe en persona, ni siquiera he tenido alguna charla con él; sin embargo a través de las letras hay alguna extraña conexión, algo así como lo que pudiera ser con otros escritores de otros tiempos, solo que más cercano.

Tristemente escribo sobre esto en uno de los peores momentos de mi redacción y gusto por la escritura, hoy en día es más por necesidad, por querer retomar la costumbre. Siento insultar a dicho autor con un post tan laxo y de narrativa errante, pero como he dicho, no es el mejor tiempo para hacerlo, pero sí es lo mejor que puedo hacer por el momento.

Les recomiendo su blog.

 

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